Pinky (Crain) regresa a casa después de varios años estudiando para ser enfermera. Pinky es blanca como la leche, aunque en realidad es de raza negra. La única familia que le queda es su abuela (Waters) una robusta mujer que ha conseguido pagarle los estudios a base de fregar y planchar la ropa de las familias blancas de la localidad. Durante su estancia fuera, Pinky se hizo pasar por blanca, asi que cuando llega de nuevo al pueblo no puede resistir la presión de volver a ser tratada como una inferior y decide marcharse, pero su abuela decepcionada con lo que ve y en lo que se ha convertido Pinky decide obligarla a quedarse para que ayude a una vieja invalida de raza blanca (Barrymore) muy amiga suya de toda la vida.
Crítica
Puntuación del crítico: 7
Pinky supuso el primer largometraje que Kazan dirigió después del éxito de La barrera invisible y al que fue abocado después de que John Ford el director original fuera despachado por Zanuck. En muchos aspectos me ha recordado bastante a Imitación a la vida de Douglas Sirk, ya que trata el mismo tema: una joven de raza negra avergonzada de sus origenes que aprovecha su palidez para hacerse pasar por blanca. Dejando a un lado las siempre odiosas comparaciones (más que nada porque Pinky no es rival para Imitación a la vida), lo cierto es que Pinky por si misma puede llegar a aburrir, a mi personalmente me trae sin cuidado casi toda la película, realmente las mejores secuencias son aquellas en las que aparece Ethel Barrymore, quizás el personaje mejor construido de un guión blandengue y estereotipado y con un desenlace tan sumamente falso y condescendiente que me llega a aterrorizar. Si hay alguna razón para ver la película y para darle una buena nota no es otra que sus actrices, sobretodo la Barrymore.