Enemigos públicos ... A GRITOS
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Hay 9 gritos en total
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Nando_fer
-- Viernes, 18 de Septiembre de 2009 a las 13:04.
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.85.137.3.9 |
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Cómo ya habian dicho anteriormente, nada del otro mundo. Muy lenta, tanto, que la pelicula muestra más bien poco con un personaje principal el cual no acaba de llegar y cuajar, Dillinger.
No es mala pero tampoco es tan buena.
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Chemoloky
-- Miércoles, 2 de Septiembre de 2009 a las 14:55.
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.87.218.96.138 |
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No me ha parecido nada del ortro mundo y nada que no haya visto antes en otras películas de gangters, genero que he de decir que siempre me ha aburrido mucho y esta no ha sido la excepción, demasiado larga, demasiado lenta, no transmite emoción, el de al lado me pinchaba para ver si seguia respirando, y unos actores que se pasean por la pantalla con expresión de besugos. En fin, que Michael Mann no es lo mio, pro lo menos esta algo más potable que Miami Vice.
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Judías con tomate
-- Miércoles, 19 de Agosto de 2009 a las 18:26.
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.83.55.113.91 |
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Otra obra maestra más del señor Mann. Y ya van...
Y grande, grande Marion Cotillard.
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Bizz
-- Miércoles, 19 de Agosto de 2009 a las 10:42.
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.83.50.194.33 |
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Aburrida, pretenciosa y superficial. Un bonito envoltorio para una película sobrevalorada hasta la náusea.
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Piripiflautico
-- Martes, 18 de Agosto de 2009 a las 23:11.
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.83.165.23.204 |
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Muy grande. La película más importante de 2009.
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avex
desde gijon
, españa
-- Martes, 18 de Agosto de 2009 a las 01:51.
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.83.58.245.94 |
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Yo voy a hablar solo del tema de la imagen digital.
No voy a criticar que sea injustificada, gratuita ni nada parecido. Simplemente me ha parecido DESAGRADABLE a la vista. Me ha tirado de una patada fuera de la pelicula desde el primer minuto y en algunos momentos me ha obligado hasta a dejar de mirar.
Esos desenfoques, esa cantidad de ruido, esos pixelados, fondos quemados por no ser capaz la camara de compensar la exposicion... Esa iluminacion de aspecto tan cutre... Casi como un horrible video casero. Es que sigo sin comprender como podia perder el foco casi en cada travelling... debe ser un defecto de las camaras de cine digital porque de otra manera no me lo explico.
Me pase la pelicula entera echando de menos la pelicula de cine, la iluminacion artificial, la postproduccion de imagen y un estabilizador de imagen para la camara... entiendo que la imagen tiemble cuando se corre, cuando quiera representar nerviosismo, urgencia, cuando haya explosiones o disparos cerca de la camara... ¿Pero cuando las cosas estan tranquilas? ¿Que razon hay para ello entonces?
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Waster
desde Getafe
, España
-- Martes, 18 de Agosto de 2009 a las 01:01.
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.82.158.2.254 |
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Diez absoluto, una gozada. Me remito a mi Blog. Copio y pego el comentario que escribí allí:
Hay algo del ocaso de Tom Doniphon y de Wild Bunch en el John Dillinger de Michael Mann. Asimismo, se entreven ciertas reminiscencias del Pat Garrett peckinpahniano en Melvin Purvis, profesional de la caza de hombres, que no puede sobrellevar la culpa de los chantajes, torturas y trucos sucios que lo llevan hasta sus presas, y acaba matándose.
Entre la ficción sacralizadora y la desmitificación, Mann elige un camino intermedio: el de recrear a su protagonista como (anti)héroe mítico. Pero no importa tanto cómo ha llegado a serlo sino lo que representa en sí cuando ya lo es, su aceptación, entre cómoda e irónica, del papel que le asignan la sociedad y los poderes fácticos.
Enemigos públicos es una mirada autorreflexiva sobre las condiciones del héroe mítico, que bien podría haber sido Aquiles o Eneas. Precisamente, uno de los aspectos más enriquecedores del filme es el reconocimiento de Dillinger de su propia mitificación, inmortalizado por los medio de comunicación. Sabe que el sello que prensa, televisión y radio han dejado en la memoria colectiva lo congelará en el tiempo, aunque él no pase de la tarde siguiente. Como modernos juglares, los mass media transmitirán su gesta de generación en generación; tras la muerte, perdurará la imagen, de la que los artífices de la comunicación se nutrirán para mantener su poder de difusión. La película de Mann recoge esta imagen fabricada, casi monolítica de un ladrón honesto, y durante dos horas y media reflexiona sobre todo este proceso -entre otras muchas cosas-.
1) Michael Mann ha hecho su película más atípica y anticonvencional. Aunque se estrene en circuitos comerciales y en su reparto figuren nombres con tirón, su audacia narrativa es impropia de alguien inmerso en la maquinaria holywoodiense (Aunque, por suerte, existen estas excepciones).
2) La narración (deslavazada, compuesta de fragmentos casi independientes) es consecuente con la última etapa vital del protagonista: el carpe diem llevado al paroxismo, una vida que es la yuxtaposición de impulsos inmediatos, de ambiciones urgentes. Avanzaba a empellones al encuentro de la muerte. Es complicadísimo reorgranizar ese material y darle coherencia narrativa interna: y Mann lo hace inigualablemente. Carga de tensión interna cada secuencia, sin la necesidad de un hilo conductor sólido, sirviéndose de los antagónicos Dillinger y Purvis como nexo único entre unos momentos y otros. Es, pues, la cinta más experimental del director.
3) Mann desdeña toda explicación psicológica, como buen posmoderno. En el cine negro de calidad, los personajes se definen por sus acciones, no tanto por diálogos, monólogos u otros recursos más propio de obras que no son de género. El cineasta eleva este concepto a la décima potencia: los díalogos son escasos, pero precisos; su aparente trivialidad puede llegar a despistar, pues no hay asomo de altisonancia en ninguna secuencia, pero aclaran con un dominio magistral de la economía verbal propiedades esenciales de los personajes . A su vez, el director rehúsa subrayar con rotuladores fosforito las acciones definitorias de Dillinger y cía: le bastan gestos casi minúsculos: Purvis, dando la espalda a la tortura insoportable del hospital, y de la que él es cómplice; Dillinger reconociéndose en los recortes de periódicos, entendiendo que el agotamiento de su tiempo vital supone el acceso al tiempo mítico, a la memoria colectiva, a la eternidad; Purvis, desarmado por la culpa, después de participar en el asesinato de Dillinger, entendiendo por fin el chantaje atroz al que tuvo que someter a una inmigrante ilegal para cazar a su presa (¿No piensa nadie en Pat Garret & Billy The Kid, de Sam Peckinpah?); Dillinger, irremediablemente leal a sus amigos, incapaz de soltar la mano de su agónico compañero hasta que este no expira. Y así podríamos seguir un rato. Es, pues, un filme de gestos aparentemente nimios, imperceptibles, pero que dicen todo lo que necesitamos saber sobre los personajes.
4) El formato digital ha irritado a muchos espectadores, y se ha hablado de lo injustificado de su uso. Creo que, en general, no se ha valorado de forma suficientemente minuciosa la relevancia de esta decisión formal, mucho más profunda de lo que resulta en apariencia. Porque no es sólo un medio para lograr una inmersión mayor del espectador en la historia y la época (si fuera únicamente esto, resultaría incluso discutible). Su alcance es más serio. Mann, en realidad, ha rodado una película que versa, entre otras cosas, acerca de la muerte, y las distintas formas que el ser humano tiene de buscarla, evitarla o enfrentarla. Ha rodado un filme en el cual la muerte está latente en prácticamente todas las secuencias: el miedo de Billie a que el deceso de su amado eche por tierra sus sueños; la asunción última de Johnny de su cantado final; o el dudoso orgullo que siente Purvis por su participación en lo que es una gesta de la muerte. Así, pues, estamos hablando de un cine que mira frontalmente, cara a cara, a la parca. Y de ahí surge la necesidad de representar (o interpretar) la violencia atroz que empapa la vida de estos hombres con un realismo documental. Los asesinatos aquí son crudos, áridos, yermos (a lo cual ayuda el formato digital, sin duda), y a su vez la cámara trata de individualizar cada muerte, de hacerla única e irrepetible; una tarea parecida a la realizada por Francis Ford Coppola en su trilogía de El Padrino, pero abandonando todo lo que de estilizado pudiera tener antaño el cine de Mann, y abriendo paso a la brutalidad más descarnada. Este afán de rodar la muerte no desentona con cierta poesía, con un tono elegíaco (sobre todo el que rodea a Dillinger), pero el director rechaza cualquier tipo de concesión sensiblera a sus protagonistas: basta observar el agujereado cuerpo de Dillinger tras el tiroteo. El cadáver cae destrozado en medio de la calle. Mann renuncia a aligerar la violencia cuando es ejercida contra su protagonista: incluso nos permite observar su rostro, atractivo hasta unos minutos atrás, atravesado por una bala. (y bien podría haber usado una elipsis cobarde, como ocurre en El hundimiento).
5) Los tiroteos son necesarios; funcionan como danza criminal, como la concreción máxima de una forma de vivir y de morir: acorralados, resistiendo, escapando. En todos se nos da información nueva sobre alguno de los personajes, o bien condensan la mirada particular de Mann sobre la violencia y la muerte, ejes motores del filme. El que sucede en la cabaña es la sublimación de las ideas antes expuestas. Y si mal no recuerdo, es la última balacera del filme: después, hay otro muy breve, que dura las dos o tres balas que atraviesan la camisa blanca de Dillinger.
6) La hagiografía de Dillinger es tan sólo aparente; no hay tal, sólo que Mann ha querido hablarnos con el lenguaje que se cuentan las leyendas y se forjan los mitos populares (otro de los cimientos de la película). Cae simpático, como la inescrupulosa pandilla de Grupo Salvaje, por su sentido de la lealtad, por su afán de jugar limpio y por su forma de vida, escasamente burguesa (seguro que más de uno fue corriendo a comprarse una Thompson al terminar la sesión). Eso no significa que Purvis, como antagonista, sea una plasmación del Mal en la tierra: a pesar de su hermetismo, el atormentado detective despierta mi afecto, y su suicidio termina por dignificar el personaje. Y Billie, que en un primer vistazo podría ser evaluada como un personaje eminentemente positivo, es tanto una amante entregada como la encubridora de un criminal. Que cada cual juzgue como quiera. Pero lo que está claro es que una mínima exploración bajo la superficie niega cualquier forma de maniqueísmo.
Enlace: Mi Blog de cine
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Jorge Romero
-- Lunes, 17 de Agosto de 2009 a las 18:53.
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.186.136.50.3 |
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Excelente. Sabía que Mann no me iba a defraudar con su visión personal sobre la (intensa) vida y muerte de John Dillinger. Las escenas de tiroteos son soberbias, brutales y filmadas con maestría. Johnny Depp, en su mejor actuación en años, nos ofrece un Dillinger melancólico, leal y obstinado, autoconciente de su fama y de su inminente destino, aunque disfrutando de cada minuto de libertad. Christian Bale está estupendo como el agente Purvis, un personaje que bajo esa máscara de frialdad profesional se esconde una palpable ambigüedad moral acerca de los métodos para llegar a su objetivo. Cotillard funciona como el perfecto contrapeso de Dillinger, esa mujer por la cual él arriesgaría todo. La ambientación es perfecta (me encanta la década del 30), la música también, así como la dosificación del suspenso. El único "pero" que le encuentro (y que hace que la nota no sea un 10) es que en ciertas escenas extrañé el 35mm, no es que Mann no sepa filmar en HD (que sí lo sabe hacer y como los dioses) pero se me hizo que ciertas escenas merecián la visión panoramica que da el filmar en 35mm. Igual esto es un detalle menor entre tantos puntazos de la película. Sin dudas, de las mejores películas del año.
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bad_motherfucker
-- Lunes, 17 de Agosto de 2009 a las 16:24.
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.189.175.89.38 |
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Totalmente de acuerdo, esta pelicula es una delicia visual, me encantaron las escenas de accion, excelentemente bien logradas (recuerdan mucho al tiroteo del banco en "Heat"). El unico error para mi es lo mismo que menciona Davis, la profundizacion en los personajes, sobre todo en el de Melvis Purvis. Aun asi la historia me parece muy bien llevada y la pelicula cumple con su objetivo.
El final es buenisimo.
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