Bodriete que demuestra una vez más la tendencia autodestructiva de John Travolta, que desde que Quentin Tarantino lo rescatara del ostracismo, no ha dejado de hacer pelis a cada cual más olvidable. Aquí tenemos una buena ración de personajes que no pintan nada, bochornosas escenas románticas y un mensaje que desconozco si estará al servicio de la Cienciología o no, pero que es pura sensiblería. Para olvidar, de hecho, bastante olvidada está ya me parece.