Me reí un montón con ella. Ese ridículo personajillo de François Pignon me parece inolvidable. Me gusta mucho cómo se cambian los papeles de "idiota" e "inteligente" entre los dos personajes principales, recordándome, tal vez infundadamente, a ciertos tramos de El idiota de Dostoievski. Pues eso, una película divertidísima, acerca de cómo la vida de uno puede irse a la mierda en cinco minutos y pasar de ser un tío afortunado al más patético de los perdedores.