Este primer largometraje de Julio Medem ya deja ver desde el principio el talento desbordante del director vasco. Toda la historia sucede en un pequeño territorio campestre, dos casas, dos familias y varias generaciones a través de las cuales vemos las rencillas y los amores entre las personas que allí viven, siempre con las vacas alrededor como testigos mudos de la historia. Algunas escenas son de una intensidad y un dramatismo inmenso. Es un film muy personal, bien dirigido y bien actuado. El final me encanta