Estupendo debut como director de Timothy Hutton. Se trata de un melodrama, que debemos ver sin prejuicios y dejandonos llevar por la bonita historia que cuenta.
Más allá de valores artísticos y técnicos, esta película sirve para disfrutar del enorme talento que posee Kevin Bacon, uno de los actores más infravalorados y poco reconocidos del cine moderno. Él está excelso y se transforma en uno de los retrasados más creíbles que ha dado el celuloide. Con sus sentimientos, con su soledad... sencillamente me lo creo y me emociona. Esta interpretación hubiera merecido una nominación al Oscar como mínimo, pero ni que decir que le fue ignorada.
Destaca también la sorprendente presentación de una niña, Evan Rachel Wood, que ya está dando mucho que hablar en la actualidad y tiene un futuro más que prometedor en el cine.
No confundir esta película con "La historia de Ricky" (1991), jejeje.