Correcto trabajo de Richard Attenborough, quizás excesivamente largo en metraje y no falto de pretensiones. Sin duda, lo sostiene la magistral interpretación, como es habitual en él, de Anthony Hopkins, el muy trabajado guión y la bonita ambientación de Oxford. Por contra, el desarrollo es demasiado previsible y de desenlace visto para sentencia demasiado prematuramente, pese a lo bien trazada que está la evolución de protagonista.