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Sinopsis | George Curtis, pintor, y Tom Chambers, autor teatral, que comparten un piso en París, conocen en el tren que se dirige a esta ciudad a Gilda Farrell, americana como ellos y dibujante publicitaria. Ambos se enamoran inmediatamente de ella y, como Gilda es incapaz de decidirse por uno, deciden vivir un menage à trois.
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Crítica | Puntuación del crítico: 10 | Una delicia. Una comedia de las que ya por desgracia no se hacen. Ernst Lubitsch era el director mas moderno y ancho de miras del cine clásico, capaz de burlarse a la cara de la censura. Firma aquí una película que bien podría hacerse en nuestros tiempos, aunque seguro que con unos resultados muchos mas groseros, menos sutiles y mucha carnaza. Una relación a tres bandas en la que cada interprete da lo mejor de si mismo. Un plantel estelar maravilloso e irrepetible. March y Cooper son dos colegas "artistillas" que se enamoran de la misma chica en un tren a Paris, están lejos de ser los estereotipicos dandies y galanes, en cambio despiertan otra filosofía amorosa mas graciosa, mas moderna y mas alegre que la convencional por esas fechas. Y Miriam Hopkins es una chica sin complejos desinhibida, que es incapaz de elegir entre ambos y que decide estar con los dos por igual y hacerles triunfar en el mundo del arte. Junto a los tres el gran actor secundario Horton está que lo borda, como jefe de una empresa publicitaria celoso del amor de la Hopkins con los otros dos. La puesta en escena es sublime y poética, como casi siempre pasa con Lubitsch. De nuevo nos regala con su estilo sofisticado repleto de puertas cerrandose y abriendose y siempre sugeriendo mas que mostrando. Una adaptación portentosa a cargo Hecht del libro de Coward, lo que demuestra que cuando se unen tres genios de la talla de estos -y esto solo pasaba en el clásico- el resultado es una joya del calibre de esta. De nuevo todo está sugerido y no se ve claramente aunque se entiende, con unos dialogos inteligentísimos y una utilización maravillosa del fuera de campo. Como suele ocurrir con Lubitsch los personajes tienen un objeto que les define, tal es el caso de la máquina de escribir de March, que cada vez que pasa de parrafo tintinea, y entonces Miriam (Gilda en la película), acude a la llamada. Pero cuándo March se hace famoso, y parte de Paris, cuándo vuelve la Máquina se ha oxidado, Gilda no la ha cuidado, y se ha enrollado con Cooper. O los dos tulipanes que simbolizan a ambos amantes, y que estos envian a la Hopkins, está primero los tira, y luego los recoge. genial. De nuevo, aunque la peli es americana, Lubitsch demuestra ser el cineasta mas europeo de Hollywood y traslada la acción a Paris y a Londres, salvo un tramo que se desarrolla en los USA. Lubitsch siempre tendía a inspirarse en vodeviles de la Europa central, que podía desgranar y reinventar a su gusto y eso le llevó a la obra de Coward. Un film que tiene ya los primeros rasgos de la Screwball, aunque no llega a enloquecerse tanto. No deja de entretener, y fascinar, gracias a unos giros argumentales colocados donde debe ser y a las situaciones tan ingeniosas que se crean entre el triangulo amoroso. Una historia sobre la amistad traicionada, la reconciliación, la indecisión, los celos, el altruísmo, el tragarse lo que uno desea para el bien común, y el sexo sugerido.
Un ejemplo de la brillantez de Lubitsch:
March: ¿Que tal van las cosas por Paris? Horton: Bien, nos han hecho retirar la publicidad de Napoleón en calzoncillos, no les ha gustado. Pero decidimos cambiar a Napoleón por Alejandro Magno, y ahora los calzoncillos se venden que no veas.
Obra Maestra.
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