Atractiva película que nos propone una rápida reflexión sobre la seducción, el deseo y las apareciencias. Joshua Logan, quien no se prodigó demasiado en el cine, moldeó un título efervescente, pícaro y muy sexual en pleno años 50. Kim Novak está irresisitible, la escena del baile es muy romántica. Por su parte, el habitualmente espléndido William Holden, uno de mis favoritos junto a Timothy Bottoms, se adapta perfectamente a su rol de playboy-perdedor con camisa desgarrada. Le va muy bien el papel.