Una extraña pero satisfactoria mezcla de erotismo, repugnancia y serial-killers. Muy buena actuación del australiano Alex O’Loughlin (el perturbado Michael). Muy recomendable pero no para ver de sobremesa y en familia.
Malsana variante de "el silencio de los corderos" o "seven" con el tema de la obesidad extrema como pemisa. Montaje de videoclip, actuaciones algo teatrales pero efectivas, la peli desgrana temas como las páginas bizarras de internet, el culto al cuerpo, los traumas infantiles y los transtornos sexuales. Enfermiza y desagradable pero disfrutable para quien le gusten las rarezas. Atención a Deirdre. Para una sesión doble chunga con "Super size me".