La Rueda del Destino gira implacable sobre el Ciclo de la Vida.
Primavera, Verano, Otoño, Invierno... y Primavera
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Título original | Bom, yeoreum, gaeul, gyeoul, geurigo, bom |
Nacionalidad | Corea del Sur |
Año | 2003 |
Género | Drama |
Formato | Color |
Duración | 105 |
Director | Kim Ki-Duk |
Guión | Kim Ki-Duk |
Fotografía | Baek Dong-hyun |
Música | Bark Jee-woong |
Producción | Coproducción Corea del Sur-Alemania |
Distribuidora | Karma Films |
Reparto | Yeong-su Oh, Ki-duk Kim, Young-min Kim, Jae-kyeong Seo, Yeo-jin Ha, Jong-ho Kim, Jung-young Kim, Dae-han Ji, Min Choi, Ji-a Park, Min-Young Song |
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Sinopsis | Nadie es inmune al poder de las estaciones ni a su ciclo anual de nacimiento, crecimiento y decaimiento. Ni siquiera los dos monjes que comparten una ermita flotante rodeada de montañas. A la vez que las estaciones se suceden, todos y cada uno de los aspectos de su vida son infundidos y vividos muy intensamente. Esto les hará experimentar momentos de gran espiritualidad y misticismo y otros más movidos y trágicos. Ellos, al igual que todo ser humano, son incapaces de evitar los avatares de la vida, los deseos, el sufrimiento y las pasiones. Bajo la atenta mirada del monje anciano, uno mucho más joven experimenta la pérdida de la inocencia, con la llegada de una mujer a su particular mundo de paz y tranquilidad. La mujer despertará en el joven sentimientos hasta ahora totalmente desconocidos como el amor, los celos, la obsesión, el precio de la salvación y la sabiduría obtenida a través de la experiencia. Kim Ki-Duk, vuelve a demostrar una vez más su talento excepcional para relacionar historias emocionalmente complejas con imágenes de asombrosa belleza.
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Crítica | Puntuación del crítico: 10 | El director surcoreano Kim Ki-Duk, tras sorprender a propios y extraños con la violenta, social y desgarradora “La Isla”, reaparece con un relato taoísta completamente opuesto a sus anteriores y controvertidos trabajos. Aquí toda esa crudeza se torna en verdadera belleza, en una historia tan profunda y dura como la vida misma.
Y, ¿qué decir de esta película?. Para mi ha supuesto una sorpresa de dimensiones mastodónticas. Podría establecer el paralelismo personal referente a esa Obra Maestra literaria y reflexiva que supuso “Siddhartha” de Hermann Hesse, y en parte lo he sentido así. Obviamente, la diferencia entre ambas, objetivamente, es grande. Pero el sentido de la vida queda reflejado en ambas de forma muy especial, acertada y emotiva.
Aquí se nos habla del alma humana, de su espíritu, de sus actos y sus consecuencias y de cómo el Destino juega sus cartas de una forma brutal, sin atender a ningún tipo de penitencia. Ese punto de vista ciertamente pesimista nutre el punto principal de este film, pero siempre adornándolo todo con esa aureola de belleza, de enorme esperanza. Por ello, es una metáfora perfecta de la vida real. La vida es un ciclo que tiende a repetirse una y otra vez, como la pescadilla que se muerde la cola: nacemos, erramos, aprendemos y sufrimos con nuestros fallos, nos dejamos llevar por la pasión, nos perdemos en el materialismo... y vivimos. El ser humano es un ente condenado a repetir la misma historia una y otra vez. Pero esa historia, además de dura, puede ser bonita y, al mismo tiempo, con un pequeño toque que la distinga de las demás. Con ese ciclo, repetimos, según la estación en la que nos encontremos, los errores que nos impone el Destino. Las distintas vidas los repiten una y otra vez, y sufren, pero también se aprende con ellos, adquiriendo el verdadero valor de la vida. Así, esos baches pueden considerarse cuasi-imprescindibles.
Todos estos mensajes quedan plasmados en ésta obra de una forma muy simbólica y preciosista. Cada plano fotográfico que llega a transmitir verdadera paz y serenidad, cada árbol y arroyo que fluye cual ciclo vital, cada estación que supone una nueva etapa en la madurez personal... todo está adosado de una manera increíble. Sin olvidarnos de la extensa simbología que recubre la película. Los distintos animales, colocado cada uno en su respectiva estación, tiene un significado análogo a la misma, si se es conocedor de la cultura oriental. Resulta una película con estructura sencilla, esquematizada, pero a la par soberanamente profunda y compleja. Una de las obras más intimistas que he visionado en tiempo.
Muchos críticos la acusan de poseer excesivas imágenes “intelectualizadas”, de rozar el límite de lo pretencioso, hasta quedarse meramente en un idilio visual vacío por dentro. Eso puede suceder si el espectador no participa con la obra, si no se hace partícipe de la misma. Como digo es una historia muy profunda, por lo que si no te adentras en ella puedes acusar una excesiva lentitud en su desarrollo. Si no se realiza ese esfuerzo extra que suelen requerir este tipo de obras tan personales, posiblemente te parezca un verdadero ladrillo lleno de frialdad.
Ese bello paraje, con esa aureola de iconografía oriental, que supone la solitaria ermita situada en el centro de un lago rodeado de preciosas arboledas, y que fue creada expresamente para el rodaje de este film nos transporta a un mundo lleno de misticismo, de vida, de religiosidad y de creencias fundadas en las raíces budistas. Con todo eso, Kim Ki-Duk, hace de esta película un canto infinito, una obra de arte de una poesía visual que habla por sí sola. A modo de curiosidad, decir que construir este escenario supuso un gran esfuerzo para su producción, teniendo que negociar durante largo tiempo sobre ello con el “Ministerio del Medio Ambiente”
Así, el director coreano, logra crear una historia que intenta reflejar las alegrías y el dolor del espíritu humano, el porque de su sufrimiento y de sus actos. Inocencia, pasión, reflexión, humanidad, conocimiento de la sexualidad, experiencia y crueldad de la madurez se funden de manera sublime, hasta finalizar y comenzar, de nuevo, con el renacimiento. A veces, el conocimiento de mundo exterior y “material” supone una pérdida de los anteriores valores, un hundimiento en el pozo de lo superficial, del “sansara” de la sociedad. Pero, al mismo tiempo, es algo muy valioso, ya que gracias a esos errores comenzamos a aprender, entendemos que es una parte básica del Ciclo Vital, que se repite una y otra vez.
Por ello, la película se divide en cinco segmentos(estaciones), con la intención de desglosar en ellos las diferentes etapas de un ser humano, y no lo hace gratuitamente. Se sirve del apoyo de los animales para fortalecer ese sentimiento: Perro, gallina, gato, serpiente. Decir que los diálogos son casi nulos, podrías contarlos con los dedos de una sola mano. Pero aquí sobran, no son necesarios para nada. La imágenes y su poder visual hablan por sí solas. Su fortaleza es capaz de inundar por completo toda tu alma, y hacerte comprender.
Atentos a la cantidad de mensajes que desprende ésta obra, de los cuales, uno de ellos sería que el deseo de posesión (reflejado aquí como el “amor”, pero que pienso que es más cercano al vicio puramente sexual) conlleva la destrucción de lo que más amas. Película bella a la par que dura y cruenta. Como lo es la vida.
En cuanto al plano técnico, comentar que varios aspectos son inolvidables. En ese sentido, cómo olvidarnos de la maravillosa, preciosista y grandiosa fotografía, que llega a transmitir sentimientos verdaderamente puros. Se trata, sin dudarlo un solo instante, de la mejor fotografía que he visto en muchísimo tiempo. Habla por sí sola, destacando el bello paraje que supone la ermita, rodeada de agua tranquila y pacífica, en pleno otoño, con la hojas marchitas. Sin olvidarnos del invierno, donde podemos ver un paraje con las aguas heladas puramente espectacular. Fotografía insuperable, digna de recordar para toda la eternidad.
Las interpretaciones, objetivamente, no son nada del otro mundo, ya que la expresividad va desde lo taciturno a lo excesivamente gesticulante. De todas formas, cumplen bien con su cometido, ya que los diálogos son muy escasos. En cuanto a la música, decir que apenas hace acto de presencia, pero cuando aparece lo hace de manera perfecta, fundiéndose con los momentos álgidos representados mediante imágenes.
En definitiva, una labor muy dura, pero que ha dado frutos mucho más que apetecibles.
Pese a que muchos digan que es un film muy lento, a mí en ningún momento me lo pareció. A pesar de sus silencios, su ritmo pausado y relajado, me parece muy adecuado y acertado para la situación. En ningún momento llega a aburrir, ya que a pesar de no poseer apenas acción, te mantiene continuamente en vilo, reflexionando sobre las distintas situaciones.
Destacar, emocionalmente, dos momentazos: el primero, el momento en el que el niño, tras cometer el error de reírse del mal ajeno (en este caso de los animalillos indefensos), ve que la penitencia es algo horroroso, observa que sus actos suponen terribles consecuencias, como lo es la muerte. Muy triste, me hizo llorar de una forma incontrolable. El segundo, como no podía ser de otra forma, es el momento en el que el monje maestro, tras perder a su alumno debido a los errores de la vida, frustrado, se monta sobre una pila funeraria y se consume en las llamas de la desesperación. Joder, qué imagen más aterradora. Sin olvidarnos del final... eso debéis sentirlo vosotros mismos. Las palabras son inútiles.
En definitiva, una tipo de obra que aparece cada cierto tiempo, una maravilla que te hará reflexionar y vivir... y te hará aprender. Pocas veces he visto descrito el ciclo de la vida de una manera tan acertada y sublime. A todo ello apoya ese grandioso remanso de paz que supone el paraje visual, el poder poético que desprende semejante fotografía.
Altísimamente recomendable para la gente que gusta de vivir en el Cine una experiencia que va más allá de lo puramente terrenal. Absténganse amantes cerrados de la acción burra, y personas que detestan creencias religiosas de este calibre. Supone una película excesivamente profunda para tales casos.
En fin, pasaría horas y horas hablando de esta Obra Maestra, que me parece totalmente imprescindible. Sin embargo, sería extenderme en exceso. Tenéis que vivirlo vosotros mismos. Una pena que, como es habitual, películas orientales de tal calibre se vean reducidas a una fama casi nula, y se vean obligadas a permanecer, por muy escaso tiempo, en multicines abandonados y sin apenas salida alguna. Deberían aprender del Cine Coreano, siempre al margen de modas y tópicos que inundan, en gran parte, el Cine actual.
Por último, aclarar que no pienso que sea una obra para “intelectuales” ni un ejercicio maniqueo, como muchos tachan a este tipo de Cine. Es algo más que eso, y con una intención totalmente opuesta. Es entender y sentir algo mucho más allá de lo meramente material. Muchos deben aprender a entender, antes de criticar sin saber.
Aquí, condensado, se encuentra el verdadero camino que busca la filosofía, la búsqueda del sentido de la Vida.
Gracias por leerme. Saludos.
P.D. Dije que posiblemente no volvería a escribir en el foro, pero tras ver esta película me veía “obligado” a hacerlo. No se puede dejar pasar semejante peliculón, viendo los tiempos que corren. Según vayan las cosas me replantearé si sigo escribiendo. De ello dependen muchos factores.
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Moonlight-Shadow | |
Ficha de Película enviada por Zerkalo el 4 de Octubre de 2004 |
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