Humorada de estilo ochentero (por su argumento y factura) y que puede recordar en algunos momentos a films de esa época como "Posesión Infernal", "House, una casa alucinante" o "La puerta", que mezclaban humor y terror. Sin ser precisamente una obra maestra, divierte. Usa pero no abusa del gore y tiene un protagonistea que, aunque no acaba de ser muy carismático, a mi me resultó muy gracioso. A destacar la presencia del icono Robert Englund y el hecho de que los montruos sean tipos disfrazados o animatronics de baratillo, que le dona un saborcillo ochentoso indiscutible. Está claro que se concibió para hacer una saga si la cosa iba medio bien y parece que el director ya está preparando la secuela.