La Naranja Mecánica
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Waster
desde Madrid
, España
-- Domingo, 23 de Enero de 2005 a las 23:02.
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Chica_Glitter, me parece que no la has entendido.
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Chica_Glitter
-- Domingo, 23 de Enero de 2005 a las 19:20.
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Horrible, no le veo sentido a esta película, es el tipico perfil de chico Nazi que todo el mundo quiere ir lamiendole el culo. Violencia gratuita y lo que es peor sin sentido con un final tan esperado como simple. Aún asi merece un visionado aunque sea para odiarla.
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Myers
-- Sábado, 8 de Enero de 2005 a las 19:06.
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Sin duda esta es una película anacrónica, pinta bien tanto en la época de su estreno, los 70, como en este 2005 que acabamos de iniciar. Valientes imágenes y técnicamente brillante. Fue sin duda un film con mensaje: la libertad y opción de elegir tu propio camino en la sociedad. Aún así, no me parece tan grande como algunos la ven, y me da igual que sea de Kubrick, cine de autor y todo ese rollo. No es algo convencional de ver, y admito que merece al menos un visionado.
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Balder
-- Viernes, 6 de Agosto de 2004 a las 12:13.
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Vamos a ver, EL NIÑO GILIPOYAS, no sé cuantas veces habrás visto la película ni sé muy bien qué aspecto de mi crítica te ha disgustado (más bien da la impresión de que no la has leído entera y te has quedado sólo con que película y libro son distintos a pesar de tener una trama similar), pero a poco que leas el libro te darás cuenta que tiene sutiles diferencias que ya apunto más abajo. Dos de ellas (que ya digo, expongo en mi crítica), SON FUNDAMENTALES y hacen que el espíritu de película y novela sean totalmente distintos: 1-La eliminación de los comentarios éticos y morales de Álex a determinadas acciones, es decir sus reflexiones sobre si su vida podría ser de otra forma, que Kubrick elimina sin más (leete otra vez el libro, por favor, y verás a qué me refiero). 2-La fantasía erótica de Álex al final de la película. Si lees con un poquito de atención el libro, verás como Álex dice claramente que él ya ANTES tenía fantasías de ese tipo, en las que señores con traje a la antigua le aplaudían sus fechorías. Sin embargo Kubrick cambia la fantasía de lugar y la pone tras la entrevista con el presidente del gobierno. Antes de ésta, las fantasías de Álex EN LA PELÍCULA eran muy simples (recuerda la escena de los Cristos aquellos que parecen que bailan al ritmo de Beethoven) y es A PARTIR DE ESE MOMENTO, cuando lo del presidente, que añade a su fantasía el motivo de la gente vestida como en el siglo XIX: es a partir de ese momento que se siente aplaudido por sus fechorías (repito, NO antes, como en la novela).
En definitiva, en la novela, SÍ tiene sentido el capítulo el capítulo 21, pues el libro es la narración del viaje hacia la madurez de su protagonista. En la película el capítulo 21, hubiera sido RIDÍCULO, repito, RIDÍCULO, absurdo, no tiene por dónde meterlo. Ah, por cierto, y lo de la infidelidad hacia el espíritu del libro no es que lo diga yo, es que lo dice su propio autor, Anthony Burguess, por algo sería, ¿no?...
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El niño gilipollas
-- Viernes, 6 de Agosto de 2004 a las 02:18.
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Balder, o no me enteré de nada en el libro, o no te enteraste tú. Muy recientemente tuve la oportunidad de leer la novela de Burgess, y exceptuando el final y la autocensura que se impuso Kubrik, me parece una adaptación extremadamente fiel.
"pueden tener una trama similar, pero en absoluto tienen nada que ver una con la otra"
Pues que quieres que te diga, gran parte del libro me aburrió soberanamente por la similitud con la película, que he visto muchísimas veces, disfrutándo enormemente todas y cada una de ellas, dicho sea de paso.
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Balder
-- Jueves, 5 de Agosto de 2004 a las 21:32.
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Me parece ésta el prefecto ejemplo, para horror de los novelistas, de magnífica película que no tiene ningún respeto por la novela de la cual saca su historia... y que, paradójicamente, todo el mundo se empeña en comparar con la novela de la que proviene para comprenderla mejor. Y en este caso me parece un grandísimo error, La Naranja Mecánica libro y La Naranja mecánica película, pueden tener una trama similar, pero en absoluto (se le quite o se le ponga el famoso capítulo veintiuno a la novela) tienen nada que ver una con la otra. Es más, los debates sobre si se trata de una apología de la violencia o del libre albedrío me parecen adecuados para la narración de Burguess, pero no para la de Kubrick. Es con Burguess cuando tenemos planteado este problema, algo frecuente en escritores católicos como era su caso (Graham Greene era otro, sólo que infinitamente más genial este último). Así, a lo largo de la novela, Álex se plantea varias veces su propio comportamiento, se pregunta, curioso, como es que hay gente que sabe distinguir entre el bien y el mal y sobre la posibilidad de la convivencia pacífica con otros. Sin embargo, está inmerso en una sociedad que no le enseña a plantearse preguntas morales, sino que simplemente castiga o premia. Eso es el método Ludovico, el viejo sistema de castigos y premios tan arraigado en las sociedades protestantes (un condicionamiento clásico o pavloniano, para los psicólogos). El cura católico de la cárcel es un personaje bueno, el único que le ayuda a plantearse su vida, a entender lo que es la responsabilidad, la capacidad de elegir libremente. Como nos cuenta Álex casi al final, en sus fantasías veía a gente vestida a lo antiguo que presenciaban sus fechorías y le aplaudían. La sociedad era tan salvaje como él, sólo que con mejores formas, más sutiles, pero no por ello maduras. Por eso es importante el capítulo 21, es allí donde Álex se hará alguien responsable y una persona de bien. No es muy difícil ver el mensaje ejemplarizante que la novela transmite. La película prescinde totalmente de él, y es esto lo que la hace infinitamente superior en su sátira descarnada. Aquí no va a haber personajes buenos (el cura es igualmente caricaturizado, deformado, y no sólo en la interpretación del actor que lo encarna, sino que Kubrick nos deja entrever como lo que de verdad le escandaliza no es la aberración moral que supone el proyecto Ludovico, sino la merma que éste supondría para él en el “negocio” de las almas), ni Álex se planteará jamás otro estilo de vida. ¿Qué le hubiera costado a Kubrick mantener mediante la voz en off alguna de las reflexiones de Álex? ¿Por qué no lo hace? La respuesta es sencilla, no es sobre eso sobre lo que pretende hablar. Hay una escena que es muy esclarecedora sobre sus intenciones: el final. Álex, mientras es alimentado por el presidente del gobierno, tiene una fantasía erótica en la que mientras fornica con una chica, es observado y aplaudido por un grupo de personajes vestidos con trajes del siglo XIX. Observad que es una sutil variación sobre el mismo motivo de la novela. Mientras que en ésta, antes de su “curación”, Álex ya tenía esas fantasías, en la película es ahora cuando nuestro “humilde narrador”, las crea. Es decir Kubrick elimina el aprendizaje como motivador del comportamiento de Álex, él es así por naturaleza. ¿Sobre que trata La Naranja Mecánica película? ¿Es una apología de la violencia? No. Y el motivo para esta respuesta es muy sencillo, si así lo fuera, nuestro “querido” protagonista sería retratado de manera bien diferente. Histriónico, infantil, desquiciado, Malcom McDoguel compone un Álex que no creo que sea modelo para muchos chicos ultraviolentos (por lo menos para aquellos que quieran tener éxito en sus empresas). Narcisista hasta límites increíbles, insiste una y otra vez en presentársenos como nuestro “humilde narrador”, y hace bien porque fracasa de manera estrepitosa, a pesar de las increíbles dotes para el mando y la pericia que para organizar planes que cree tener, en las dos empresas que se propone. Por un lado, se ve incapaz para mantener a su grupo subyugado a su mando y es incapaz de prever la jugarreta que le gastan, y, por otro, se mete él solito en la encerrona del proyecto Ludovico. Para más INRI, recorrerá sin darse cuenta la zona donde apaleó junto con sus drugos al mendigo, irá de cabeza a la casa del escritor... y, ¡cantará en el baño, mientras el otro puede escucharle, la misma canción que mientras violaba a su mujer! ¡¿Se puede ser más patán, torpe, ridículo, irrisorio?! ¡Si ahora es así como se hacen las apologías, ridiculizando al supuesto “héroe”, apaga y vámonos! Si la violencia está personificada por Álex, es obvio que no es ésta una película a su favor, una y otra vez las cosas le salen mal, es un pelele que finalmente consigue salvarse no por propia astucia, fuerza de voluntad, entereza, sino por la intervención de poderes sobre los que él no tiene influencia alguna. Pero es que la sociedad que se mueve a su alrededor no es mucho mejor. Hemos pasado (y digo “hemos”, porque la sociedad de la película se parece extrañamente a la nuestra) de juzgar moralmente a través de prejuicios religiosos, a otros basados en la ciencia, supuestamente más fría, “cierta”, pero que no nos llevan a mejor puerto. El hombre sigue siendo un ser cómico incapaz de regir su destino y de juzgar que es lo “bueno” y lo “malo” para él (no en términos “morales”, sino de beneficio). Por eso, el final, con esa frase de Álex, “sí, por fin estaba curado” y los títulos de crédito multicolores al son de Singing in the rain, no pueden ser más irónicos. La Naranja Mecánica no es una apología de ningún tipo, sino una deliciosa pesadilla.
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trollhammaren
desde chihuahua
-- Miércoles, 28 de Julio de 2004 a las 20:31.
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esto es arte en todo su explendor una gran pelicula las ecenografias son fantasticas definitivamente kubrick estaba adelantado a su epoca un gran guion que te deja que pensar es tan bizarra que es extraodinaria y me gusto mas como la dan uso a la 9a sinfonia de bethoven increible fantastica.
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Pirus
-- Lunes, 28 de Junio de 2004 a las 02:32.
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iepa! me colé, quien tenga acceso a la administración de este foro puede borrar el mensaje más antiguo, es decir el de las 02:24, gracias (y éste de paso, claro)
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Pirus
-- Lunes, 28 de Junio de 2004 a las 02:29.
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.83.36.167.221 |
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Encuadrada en un futuro poco esperanzador esta obra tiene, podría decirse, en el discurso de la violencia como elemento inherente al ser humano su principal premisa. Habla de otras muchas cosas, habla de la manipulación mediática, de la mecanización social, de las consecuencias del abuso de poder, todo ello llevado con gran contundencia y realismo (hecho que confundirá a más de uno que verá en ella una cinta incitadora al criminalismo) y una dirección que nos maravilla al más puro estilo Kubrick, como suele ser habitual en cada uno de sus films, con secuencias inolvidables y escrupulosamente cuidadas al detalle. Una enriquecedora experiencia visual, con una estética futurista que bien podría recordarnos a la de un cómic, acompañada por música de maestros como Beethoven, Puccini o Edward Elgar que dotan a ciertas escenas de ultra-violencia de una belleza exquisita (tremenda "paradoja" a primera vista ¿no?) llegando incluso a convertirlas en un musical. Género del que por cierto Kubrick acaba mofándose en la famosa escena del "Singing in the rain" por la inocencia de la que siempre se le ha solido dotar. Mención a parte merece el trabajo actoral de Malcolm McDowell que encarna a ese héroe maldito que es Alex, simplemente genial. En fin, una de las mejores películas de la historia, pero de las que ocupan el podium de honor, y de la que se podría hablar muchas horas, largo y tendido
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Pirus
-- Lunes, 28 de Junio de 2004 a las 02:24.
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Encuadrada en un futuro poco esperanzador esta obra tiene, podría decirse, en el discurso de la violencia como elemento inherente al ser humano su principal premisa. Habla de otras muchas cosas, habla de la manipulación mediática, de la mecanización social, de las consecuencias del abuso de poder, todo ello llevado con gran contundencia y realismo (hecho que confundirá a más de uno que verá en ella una cinta incitadora al criminalismo) y una dirección que nos maravilla al más puro estilo Kubrick, como suele ser habitual en cada uno de sus films, con secuencias inolvidables y escrupulosamente cuidadas al detalle. Una enriquecedora experiencia visual, con una estética futurista que bien podría recordarnos a la de un cómic, acompañada por la música de maestros como Beethoven, Puccini o Edward Elgar que dotan a ciertas escenas de ultra-violencia de una belleza exquisita (tremenda "paradoja" a primera vista ¿no?) llegando incluso a convertirlas en un musical. Género del que por cierto Kubrick acaba mofándose en la famosa escena del "Singing in the rain" por la inocencia con la que siempre se le ha solido dotar. Mención a parte merece el trabajo actoral de Malcolm McDowell que encarna a ese héroe maldito que es Alex, simplemente genial. En fin, una de las mejores películas de la historia, pero de las que ocupan el podium de honor, y de la que se podría hablar muchas horas, largo y tendido
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